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Foto del escritorYaiza Pérez

¿Qué es la inteligencia emocional?

Hoy, vamos hablar de la inteligencia emocional.

Vamos a reflexionar un momento primero ¿sabes lo qué es inteligencia?

La inteligencia es entendida como la habilidad para resolver problemas al proponer dos elementos sin relación aparente como una solución, o bien para utilizar los conocimientos y aplicarlos de forma coherente. Igual que en el concepto de emoción, este no ha sido estudiado siempre de la misma manera, ni descrito igual. Puede que pienses que la inteligencia es tener más habilidad para realizar cálculos o resolver problemas abstractos utilizando el razonamiento. Pero, no es solo eso, Gardner propone la existencia de 7 tipos de inteligencia: lógico-matemática, lingüística, visual-espacial, físico-cenestésica, musical, interpersonal e intrapersonal. Y como es de esperar cada una de ellas se estudia de una forma distinta. Sin duda su teoría de las inteligencias múltiples ha resultado toda una revolución que rompe con las ideas generalistas sobre la inteligencia.

Estas dos últimas, la intrapersonal y la interpersonal, son las que están ligadas con la inteligencia emocional. Termino que fue acuñado por Mayer y Salovey. Juntas nos ayudan a ser más eficaces a la hora conocer lo qué sentimos, cómo, cuándo y por qué, y posteriormente, a comprender a los demás ¿Y cómo llegamos a ser eficaces en esto? Autoexplorando cada emoción, cuestionándolas, otorgándoles voz, y dejando que respondan. Según se va entrenando esta autoexploración llegamos a comprender, cada vez con más acierto, el potencial que tienen, en tanto qué estímulos, pensamientos y conductas están asociados a su activación más intensa. Como toda habilidad, esto conlleva aprendizaje.


En este momento también entran en juego los pensamientos y las creencias racionales vs las irracionales. Es lógico pensar que hay situaciones que nos agradan más que otras, en muchas ocasiones resulta casi imposible controlarlas, suceden sin más y es entonces cuando llega la emoción, la que también sucede sin más. Intentar evitarlas también resulta complicado, por no decir inútil. Reformular los pensamientos y creencias sobre aquello que podemos o no controlar, o sobre aquello que es de nuestro agrado o no, si que puede ayudarnos para aprender de la emoción. Esto no evitará que nos sigan sucediendo cosas que no queremos, pero si a como afrontarlas. Somos responsables de nuestras reacciones, debemos partir de esa premisa para luego aceptar lo que nos rodea, lo que nos sucede y, principalmente, lo que es desagradable.


Pongamos que no conocemos lo que nos gusta, tampoco lo que nos disgusta, sería lógico pensar que entonces no podríamos averiguar como vamos a reaccionar o como nos vamos a sentir. Sería como tener mente de principiante, sin ser jueces continuamente de todo, sin tener la formula mágica para todo, y así aceptaríamos con más frecuencia las situaciones o incluso a los demás. Aunque de primeras resulte inviable, ya que tenemos nuestra propia experiencia de vida y en base a esta asociamos e interpretamos la realidad casi de manera automática, si que es práctica esta orientación de principiante a la hora de realizar un análisis exhaustivo de todo lo anterior mencionado en relación al autoconocimiento.


Además utilizar las propias capacidades humanas, nos ayuda a poder mejorar esta inteligencia, ya que podemos reflexionar sobre nuestros propios pensamientos, razonamientos y sentimientos, esto nos da un gran potencial. La capacidad de introspección, con la que podemos jugar para conocernos, hablar con nosotros mismos o experimentar con el dialogo interno. No obstante, hay que tener cuidado en esta capacidad de oratoria interna, porque también nos puede jugar una mala pasada, pues puede cometer errores. Para ello debemos ser críticos, utilizar a favor nuestra los datos objetivos. Es un paso interesante empezar a ser metódicos recabando información sobre las creencias y lo que podemos o no controlar. En este procesamiento cabe destacar una serie de "errores" que se pueden cometer, los llamados sesgos. Podremos hablar de ellos con más detenimiento en otra ocasión, pero se ha observado que conocerlos y poder rebatirlos con argumentos opuestos nos ayuda a luchar contra ellos, pues una de sus consecuencias es que no nos dejan percibir con objetividad nuestro entorno. Existen muchas distorsiones cognitivas, como por ejemplo maximizar aquello que hacemos mal y minimizar aquello que hacemos bien, o la autoacusación, que consiste en sentirnos culpables de hechos de los cuales no somos responsables. Todas las distorsiones tienen como consecuencia emociones que no nos gustan, respuestas que nos provocan malestar y dolor, mantenernos ignorantes ante estos sesgos nos alejan de la inteligencia emocional.

Cuando nos comprendemos utilizando estos métodos, también podemos llegar a comprender a los demás. Las personas no somos tan distintas las unas de las otras. Y cómo no nos queda más "remedio", pues somos seres sociales, la mejor alternativa es comprender que en la naturaleza de las relaciones existe una responsabilidad que implica a ambas partes. Desde las relaciones intimas hasta las más superficiales. Un elemento importante en esto de relacionarse es la comunicación. Esta como sabemos implica la transmisión de un mensaje, desde un emisor a un receptor. En ocasiones la falta de compresión en el mensaje es lo que nos lleva a malas interpretaciones, debemos tener en cuenta que los mensajes pueden ser verbales, pero también no verbales y conductuales. Por ello también debemos ser metódicos recabando y analizando información del proceso de comunicación. Observemos los comportamientos y las emociones de otros teniendo en cuenta que tenemos una responsabilidad, que es mutua. Ojo, con esto no trato de decir que debemos ser pasivos, si no que a veces vale más la pena pararse a escuchar como desearíamos que nos escuchasen a nosotros. Debemos evitar pensar que escuchar es ser pasivo, ni mucho menos, al escuchar activamente ponemos en marcha mecanismos similares a los que utilizamos cuando hablamos con nosotros mismos, y de este modo podemos (y debemos) compararnos, pues nos ayuda a ponernos en el lugar del otro. Otro elemento interesante de esto es la comunicación asertiva, como la capacidad para expresar nuestros sentimientos o conductas sin acusar, culpabilizar o hacer daño a otro. Especialmente sirve de utilidad cuando valoramos que nuestros limites han sido vulnerados. Para ello es clave conocernos, obvio, como vamos a exigir un derecho si no lo conocemos, pues lo mismo con nuestros límites, nuestros sentimientos y nuestras conductas. Es decir este tipo de comunicación, nos ayuda a ser coherentes con nuestras creencias y valores en la relación con otros, aunque como vimos, también podemos ser asertivos con nuestro dialogo interno.


La inteligencia que puede resultarnos más útil, aunque no este tan bien valorada como la lógico-matemática o la lingüística, es la emocional. Su utilidad radica en el bienestar que nos genera, en la posibilidad de conocernos y de darnos la oportunidad de enfocarnos hacia las relaciones con los demás de forma satisfactoria y por ende hacia los placeres de vivir.

En este espacio, date la oportunidad de comenzar a reflexionar y empezar a dar pasitos para conocerte mejor. Si no sabes por donde empezar, esta bien y es normal no saberlo, podemos dar un pasito más fácil aún, buscar ayuda. Y no me refiero a ayuda profesional, si no más bien a buscar en nuestro entorno una mano, este simple hecho de verbalizar la ayuda ya nos ayuda (con perdón de la redundancia) independientemente de que esa mano nos sepa ayudar o no. Igualmente si ya lo has intentado tampoco esta demás acudir a un profesional. Recuerda que las personas somos muy complejas, no hace falta que sepamos de todo, ni tampoco saber ayudar o ayudarnos a nosotras mismas.


A tu disposición en el Rincón de Psicología Accesible. 🌳


Referencias:


Gardner, H. (2011). Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica. Barcelona: Paidós.


Goleman, D. (1996). Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.


Güel, M. (2013). ¿Tengo inteligencia emocional? Barcelona: Paidós.


Mayer, J. D. y Salovey , P. (1997). What is emotional intelligence? En P. Salovey y D.

Sluyter (comps.), Emotional Development and Emotional Intelligence: Implications for Educators. Nueva York: Basic Books.





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