top of page
Tropical Forest_edited_edited.png
Foto del escritorYaiza Pérez

Hablamos del autoconcepto

El autoconcepto y la autoestima son (más el segundo que el primero) unas palabrejas que se han puesto de moda, sin embargo, el estudio del autoconcepto se remonta a la antigua pregunta filosófica ¿Quién soy yo? Lo que en parte ha llevado a los teóricos a lo largo de la historia de la psicología a estudiarlo cada vez más empíricamente, y por ende a describir y estructurar el concepto del que hoy hablamos, de diferentes maneras, variando en la importancia de su estudio, perspectivas y posiciones con respecto a su desarrollo y problemáticas. Aunque existen diferencias, cada cual parece complementar a la otra, girando todas las propuestas entorno a la idea de que es un aspecto nuclear de la personalidad y actúa como mediador en las relaciones que tenemos con nuestro entorno.


Actualmente al estudio de la autoestima está ligado al del autoconcepto (y más constructos como autoconsciencia, autovalía, autorregulación, autocontrol o autoevaluación). Encontraremos que a menudo se utilizan ambas palabras (autoestima y autoconcepto) indistintamente, sin embargo, ambos conceptos vienen a describir procesos diferentes. Cuando hablamos de autoconcepto nos referimos aquí a la idea (o concepto) que tenemos de nosotros mismos, o más bien a cómo nos describimos. Nos ayuda a formar una imagen mental de cómo somos por lo que está relacionado con procesos cognitivos. Las principales características del autoconcepto son (Epstein, 1973):


Por otro lado, cuando hablamos de autoestima se entiende como la valoración que tenemos de nuestro autoconcepto. Esta valoración nos lleva a estimar que aspectos consideramos más positivos o negativos, o aquellos que rechazamos o aceptamos. Está relacionada con procesos emocionales y afectivos y viene a ser un aspecto del autoconcepto.

Las principales fuentes de las que se nutre la autoestima son: la valoración recibida de nuestro entorno, los éxitos o fracasos que tenemos en nuestra vida, la comparación social y las atribuciones que realizamos de nosotros mismos en las áreas más valoradas por cada uno/a.


La autoestima puede ser diferente en personas que se describen a sí mismas de forma similar, debido a que cada una habrá desarrollado criterios o valores de referencia distintos. Por ejemplo, dos personas que se ven a sí mismas como poco atléticas, a una de ellas le resultará negativa esta valoración, puede que le resulte importante sentirse competitiva influyendo en su autoestima, mientras que a la otra persona esto no le afecta a su autoestima pues no le da esa importancia.


Esto se produce por dos tipos de procesos: la evaluación y el afecto. Cuando nos evaluamos nos comparamos, nos podemos comparar en función de nuestro yo ideal y nuestro yo real, con los demás o con los valores que hemos internalizados de la sociedad y también valorando el rendimiento propio actual vs el pasado. Y a nivel afectivo por las reacciones emocionales que causan esa evaluación, donde implicamos a la autoaceptación, autovalía, autorrespeto, etc.


El autoconcepto y la autoestima nos permite aceptarnos, validarnos, reforzarnos y sentir que tenemos el control sobre nuestro entorno. Quiero aprovechar el espacio para que el lector o lectora se permita autoevaluarse y llegar a tomar consciencia de cómo se estima a si mismo/a, respondiendo a la pregunta inicial ¿Quién soy yo? Si te ánimas a comentar, propón cuáles son tus criterios de referencias y por qué son importantes para ti. Con ello, además de llegar a comprenderte, es posible que ayudemos a otras personas con ejemplos para que se animen a tomar consciencia de su yo.


Referencias:

Epstein, S. (1973). The self-concept revisited: Or a theory of a theory. American Psychologist, 28, 404–416.

Epstein, S. (1985): The Implications of Cognitive-experiential Self-therapy for research in social psychology and personality. Journal for the Theory of Social Behavior, 15, 283-309.

González, M. C. y Tourón, J. (1992). Autoconcepto y Rendimiento Escolar. Sus implicaciones en la motivación y autorregulación del aprendizaje. Pamplona: Eunsa.

Goleman, D. (1996): Inteligencia emocional. Madrid: Kairós.

James, W. (1890): The Principles of Psychology. Cambridge: Harvard University Press.

Polaino-Lorente, A. (2003). En busca de la autoestima perdida. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer.

14 visualizaciones

Comments


Recibe las entradas del blog en tu correo electrónico 

¡Gracias por unirte!

bottom of page